ROMANCE
ENCADENADO
" Por una poesía libre."
Acabamos de nacer,
la vida ha comenzado,
y ya debemos saber
por aquellos enterados
que no existe otro perder
que el estar enamorado.
No quisiera ofender
a aquel que haya enfermado,
ya que si se ha de ofrecer
castigo al mas bien hallado
sin duda podréis creer
yo sería el más castigado.
De tierras catalanas es,
de alto tallo refinado,
y ojos negros para ver
que lo que Dios le ha otorgado
es un cuerpo de mujer
que en mi alma se ha clavado.
Oscura y suave es su piel,
dulce rostro engalanado,
de blandos labios de miel
que si yo hubiera probado
ni al más rico clavel
se habrían aproximado.
En su mirada ha de haber
lo que nunca se ha encontrado,
algo que debe tener
sustancia de envenenados
por ser lo que al parecer
lo que a mí me ha enamorado.
Por un frío amanecer
bella flor ha marchitado,
lo que nadie ha de saber
y bien sabe el Dios amado
es que haría renacer
todo lo que ella ha tocado.
Con la muerte toparé
algún día no lejano,
no me importa, moriré,
si por ella me ha matado
sé que no la olvidaré
pues por ella yo he luchado.
Una historia os contaré
que yo mismo he presenciado,
sinceramente os diré
que ni al hombre más odiado
jamás le desearé
lo que a mí me ha pasado.
Aquella noche pude ver
cómo un hombre espabilado
al que ella podría querer
hizo arte de villano
y se hizo del poder
cuando a ella había besado.
¡No sabía lo que hacer!,
¡Él me la había quitado!,
me lo hacía merecer
por el tiempo tan tardado
en que habría de enloquecer
y quedar paralizado.
II
Flor amarga del recuerdo,
día en que todo comenzó,
aún hoy día me sorprendo
como a ella sorprendió
aquel loco pensamiento
que a los dos nos alejó.
No recuerdo bien el tiempo,
algo hacía de calor,
todo era aburrimiento
por aquel alrededor
y encontré entretenimiento
en unas cartas de amor.
Poco a poco fui leyendo
las hojas de aquel montón
que con todo sentimiento
y un enorme corazón
había estado escribiendo
ese alguien que no era yo.
Cuando aquello estaba haciendo
fue mi mente y se acordó
de que había un caballero
que también se enamoró
de mujer de gran estruendo
y ese sí que era yo.
Sin creer un mal momento
para hacer lo que pasó
cogí un simple lapicero
que en mi vista se cruzó
y copié sin gran esfuerzo
lo que antes se leyó.
No valían más lamentos,
ni oscuros días de sol,
por fin tenía que hacerlo
y el momento apareció
de expresar mis sentimientos
a mi más sentido amor.
Mi tensión fue creciendo
cuando el tiempo transcurrió
al igual que un frío invierno
en mi mente se postró
cuando estaba amaneciendo
y vi que el sol no salió.
Lo que estaba sucediendo
no es tal como se esperó,
si una vez que la iba viendo
se volvió y me saludó
¿Por qué ahora se iba huyendo
y la cara me volvió?
Aquello era un infierno,
¡Qué digo! sino un horror,
mal la cosa iba saliendo,
si la carta se mandó,
claro acontecimiento
fue el que ella la recibió.
Si por ella andaba muriendo
y vivía con temor
he logrado en el intento
haciendo gala de mi honor
lo del darme ya por muerto
y enterrado con horror.
III
Y algo existe en mi cabeza
que van a dar al camino
en que vive la tristeza
de aquellos recuerdos vivos
que por falta de viveza
ya hoy por hoy están dormidos.
Dichosa y bendita flecha
que me dejó malherido
de aquella fina belleza
de carácter bien sencillo
de la cual nació esa fuerza
que posee el Dios Cupido.
Ya hoy la luna que platea
y ayer el sol dando brillo,
sin saber lo que desea
hablo alto, pienso y grito
que aunque el sol mañana vuelva
yo a la luna ya habré visto.
Y algún día saldrá ella
luciendo blanco vestido
por la tan oscura puerta
que otras veces ha salido
sin tener menor sospecha
de al que tanto habrá herido.
En la iglesia alguien la espera,
que nunca habrá sabido
que ese oro que se lleva
y que al fin ha conseguido
otro hombre lo respeta
y más que él lo habrá querido.
Pero si esto ocurriera
tal y como yo lo digo
y diré hasta la fecha
para entonces me habré ido
y cuando al fin anochezca
ya todo habrá sucedido.
Triste queda la maceta
porque el rojo clavelillo
que tronchado y mustio queda
soltó el último suspiro
por aquella azucena
que tanto había querido.
Y partió la gran carreta
sin dirección ni sentido,
pero sí pintada en negra
en señal de lo sufrido
por la vida ya tan muerta
de aquel triste clavelillo.
Y aún vive hermosa princesa
en un pequeño castillo
en el cual se siente presa
por lo mal que ha vivido
la inesperada sorpresa
del clavel que se ha extinguido.
Pero allá en la rosaleda
un clavel ha renacido
y la princesa que observa
al príncipe convertido
ve que en forma de azucena
su cuerpo ha recaído.
IV
Los rayos de sol ya lucen
y reflejan los trigales,
allá los campos que tuve,
acá espinosos rosales,
y entre ellos niña dulce
que más que yo no hay quien la ame.
Madrugada de un lunes
que entre las oscuras calles
con la luna entre las nubes
y un sin fin de detalles
procesionan ataúdes
cubiertos de rosales.
Dos de ellos llevan cruces
e inscripciones laterales
que frente a ellas me detuve
siendo éstas infernales
cuando hallé una leve lumbre
y leí aquellas frases:
"Esta sábana ya cubre
entre amargas soledades
y un alma ya en las nubes
el cuerpo de la que yace,
siendo ella sin que se dude
la hermosa Pérez Ibáñez".
Blanco y pálido me puse
al ver su nombre en grande,
siendo el miedo aquel que tuve
como furia ya implacable
cuando supe lo que supe
y leía el otro mensaje.
Como muerte que produce
el veneno ya en su sangre
sé que el cuerpo que conducen
hacia desiertos parajes
es el mío que no sufre
porque quiero que descanse.
Niña de tantas virtudes
que exista nadie lo sabe,
y si un día se descubre
por uno de esos lugares,
todas las que ésta reúne
no creo que la otra acapare.
Por sus rasgos tan comunes
y la belleza que le invade,
por su fragante perfume
y lo tanto que me atrae,
sé por mucho que se busque
que como yo no hay quien la ame.
Como pobre que recurre
a sabrosos paladares
es mi amor el que ahora acude
hacia gustos similares
sin que nada le preocupe
al tratar que nada escape.
Y allá en los cielos azules
tan grandes y abismales
recuerdo una vez que estuve
entre dioses infernales
a una luna que ya luce
porque al fin todo se acabe.
V
Aún sueño con que ella me ama,
y volando hasta mi mundo
donde está aquella montaña
observamos los dos juntos
a ese sol que ya se marcha
sin su amor y con su rumbo.
Pero el sol nunca se cansa,
porque el día que rompa el muro
que hasta entonces le separa
serán dos lo que fue uno
y verá a la luna blanca
como nunca vio ninguno.
Pero él siente que fracasa
porque el día ya es oscuro
y es la luna la que abrasa
cuando es el momento justo
en que llega a la montaña
y se encienden los carburos.
Si la Tierra no rotara
y parara al fin su curso
ambos astros cara a cara
templarían ya sus humos
cuando el sol a ella quemara
y él muriera de disgusto.
Y allá queda la montaña
junto a aquel que fue mi mundo,
sin saber si ella me ama,
sin amor ni sol ni rumbo,
sólo ver que ella se marcha
y que ya no estamos juntos.
Se terminan mis palabras,
ya me quedo medio mudo,
es quizás que todo acaba
o tal vez yo me derrumbo
por corazón que se para
asfixiado por un puño.
La escopeta se dispara
hasta este lugar que ocupo,
si esa bala me alcanzara,
como pueda no procuro,
con quietud y gran templanza
aseguro que la cruzo.
Pero basta de matanzas
con tristezas y verdugos,
ya que al fin es mi garganta
con mi pesar fino y duro
los que ya juntos alcanzan
sobrepasar mi alto orgullo.
Y es que existe tal muchacha
cuan hermosa nunca hubo
que si Dios la contemplara
por instante de un segundo
pecaría su mirada
y al infierno iría seguro.
Y es que a ti Montse del alma
sin que nada sea confuso
sin maldad que exista o haya
te diré con mucho gusto
que estas rimas ya acabadas
para ti Dios las compuso...
...y por mí van dedicadas.