Freud buscó una explicación a la forma de operar de la mente. Propuso una
estructura de la misma dividida en tres partes: el ello, el yo y el superyó (véase ello, yo y superyó):
- El ello representa las pulsiones o impulsos primigenios. Según Freud, constituye el motor del pensamiento y el comportamiento humano.
Contiene nuestros deseos de gratificación más primitivos.
- El superyó, la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos morales y éticos.
- El yo permanece entre ambos. Actúa mediando entre nuestras necesidades primitivas y nuestras creencias éticas y morales. No es sinónimo
de la consciencia (existen partes del yo que son inconscientes). Un yo saludable proporciona la habilidad para adaptarse a la realidad e interactuar con el mundo exterior de una manera que represente
el mejor compromiso entre los deseos y mociones pulsionales del ello y las demandas restrictivas o punitivas provenientes del superyó.